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Deportes

Tetratlón de Chapelco 2014

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Una emoción que cumple 28 años

A quienes escuchan su nombre se les pone la piel de gallina. La emoción es sin duda el sentimiento compartido de una competencia que con su mística y su desafío invita a participar, sea como deportista o espectador. Son cuatro disciplinas combinadas en una carrera explosiva que pone a prueba la determinación del deportista. Esquí, running, kayaking, mountanbike y toda la actitud para saber combinarlas en el Tetra de Chapelco.

“La carrera empieza cuando decidiste correrla” dicen los que saben. Esos meses previos y la decisión es lo que alienta el entreno. Salir a pedalear, correr, remar o esquiar, es ya una experiencia inolvidable. Entrenar y encontrar a esos otros que serán los compañeros de aventura ese día. En ese instante donde alguien pregunta y la respuesta es “Sí, voy a correr”, se cierra un pacto sin firmas, un compromiso hecho palabra. De alguna manera todos los que corren conforman un gran equipo. Desde quien pelea la punta hasta quien se gana con orgullo el último lugar, ahí está el alma de la carrera.

Los meses se pasan rápido, la espera nunca es suficiente, y la semana previa llega sin llamarla. Ese sábado, el de la verdad, ese que contestará si vas a llegar, si vas a poder dar la vuelta, ha llegado.

La largada es en el corazón del Cerro Chapelco, plataforma 1600. Trepadas, esquí, velocidad y paciente esfuerzo son el preludio de un largo día que comienza vestido de blanca adrenalina. Luego vendrán 22km de running, inmersos en senderos de montaña, barro, agua, cuestas y empinadas picadas que terminaran en la ciudad de San Martín de los Andes. Desde la costa del lago Lacar la aventura seguirá en los kayaks por otros 15km, olas, frio, viento y el cansancio se combinan en un lago a prueba de voluntades. Por último, 42km de bici en caminos de montaña que marcaran el tiempo de la llegada con el esfuerzo de cada músculo, cada fibra, que se niegue a sucumbir ante el agotamiento. En un último momento de lucidez, el corredor dejará su bici y correrá algunas cuadras por el casco céntrico de la ciudad y con indescriptible e incrédula emoción se hará con la llegada. Una larga carrera que tiene mucho más que competencia, tiene historias de vida, propósitos y superación.

Esta competencia es la más anciana de su clase. El primer TETRATLON se largó en el invierno de 1987 incorporando año a año nuevas experiencias, competidores e historias de vida. Quién no se acuerda del platense Leandro Román, a quien le faltaba su pierna derecha, pero le sobraba corazón y ganas?. Participó en 1993,1994 y 1995, y fue aclamado como ningún otro corredor. Al igual que Pablo Robledo que corrió y hoy es un consumado atleta paralímpico, con su famosa prótesis de “pierna al viento”. Pablo le puso corazón y vida a la competencia. Hoy como consecuencia de correr y aprender a esquiar, es instructor de esquí en Chapelco para personas con capacidades diferentes.

El Tetra de Chapelco es un solo día en toda una vida, pero significa muchas  cosas para quien lo corre y para quienes lo rodean.

Son muchos los que año tras año vuelven a competir, superando el esfuerzo, vuelven a la carga. Y la respuesta común al porqué correrlo es siempre la misma “es que el tetra tiene ese no se qué”. Como grabado en el recuerdo, la emoción clama una vez más, invierno tras invierno, para rencontrarse con ese pedacito de gloria que significa “superarnos”.

De la enorme responsabilidad, de trasmitir y promover el deporte y el respeto por la naturaleza, surgió hace ya varias ediciones, lo que se da a llamar “el semillero”. Este programa dentro de la competencia incorpora postas de 4 adolescentes de escuelas o que se encuentren fuera del sistema educativo formal (llamados en ese caso “corredores silvestres”). El objetivo es promover que los jóvenes tomen al deporte como filosofía de vida y que en muchos casos encuentren en ello una herramienta poderosa de transformación e inclusión social.

Será que el sufrimiento es el condimento de la superación y de esta última solemos obtener una profunda satisfacción y alegría. La naturaleza es protagonista en cada etapa y suele querer imponer su supremacía sobre el hombre. El frio, la nieve, el agua, la tierra, la lluvia (que usualmente muestra su personalidad en cada nueva edición), se combina a la perfección para desafiar la determinación del corredor. Por eso será que dicen que al tetra no se le gana tanto por entreno sino con cabeza y corazón.

Hay competidores que abrazan su cábala, hay otros que siempre usan el mismo número (y la organización se los reserva), no importa si son 100 los inscriptos o 400.

Las historias se agolpan en la largada como los corredores. Están quienes superaron una enfermedad y vuelven. Están los que se desafiaron a lo desconocido y a poco de comenzar a hacer deporte se zambulleron en esta experiencia. También están los de las promesas personales o los pactos compartidos. Alguno habrá visto el tetra de chiquitos, casi como la proeza de titanes, y hoy se sorprende con los esquíes al hombro listo para darlo todo. Están los padres y los hijos, los hermanos, los que corren con alguien o los que corren por alguien que ya no está. Están los que no corren y alientan desde afuera, los que sufren por su amigo, su marido, su papá o mamá que les contagian  garra y corazón para seguir. Están los que vienen y los del pueblo. Los organizadores, los banderilleros, los de los puestos de control, los relatores. Los que corrieron antes y los de ahora. Los que ganan, los que llegan con la escoba. Ahí, en esas horas, que para algunos son 4, 5, 8 o 12, ahí están todos. Esa explosión de deporte y emoción, eso es el TETRATLON CHAPELCO.

 

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