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Gauchos del mar – Surfeando el pacífico americano

Este es el viaje de dos hermanos, Julián (24) y Joaquín (23) Azulay, que salieron sin un plan desde Los Ángeles persiguiendo su sueño de surfear el continente americano devuelta a casa. Con bajo presupuesto y mucha ambición arrancaron rumbo al sur sin saber adónde iban, ni donde dormirían. Tan sólo tomaron la decisión de bajar una utopía a la realidad y tras 403 días de viaje, más de 30.000 kms recorridos y 13 paises, dejaron su huella por América y llegaron a Buenos Aires.

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Nota – Diario de viaje

EE.UU

Marzo 2010

Trabajábamos 14 horas por día en una construcción arquitectónica para una muestra en Los Ángeles.  En nuestro tiempo libre, si es que lo teníamos, nos escapábamos a Manhattan Beach a surfear unas olitas.  Una tarde al salir del agua y volviendo al trabajo, Julián decide cancelar su viaje a Hawaii a surfear el late season y decide quedarse más tiempo trabajando en California para comprar una camioneta y bajar surfeando todo el continente hasta Argentina.  Por mi lado, se me terminaban las vacaciones, ya estaba dos semanas tarde para la facultad y tenía que volver a estudiar un cuatrimestre más.  Pero ese viaje no me lo perdía por nada en el mundo.

Julio 2010

Pasaron casi cuatro meses sin vernos, pero nos comunicábamos por la computadora todos los días y las charlas eran monotemáticas y no aburridas por así serlo.  Conseguimos algunas marcas que nos apoyaron con ropa y trajes para el viaje, y armamos nuestra web www.gauchosdelmar.com para transmitir y compartir la aventura.  El 3 de julio vuelo a Los Ángeles, Julián me estaba esperando en el aeropuerto y cinco días más tarde habíamos empezado nuestro sueño, el de surfear el continente americano.

Estuvimos un mes en Baja California, acampando en playas, acantilados y desierto, pero siempre con olas perfectas y solitarias para nosotros.  Corrimos derechas interminables, mostrando una simetría increíble una tras otra.  La península está muy poco habitada, pero la gente, que vive en los pequeños poblados o caseríos en el medio de la nada, es muy generosa y nos compartía pescados y langostas, los que cocinábamos a la parrilla después de surfear o hacíamos ceviche al mediodía.  En otros lugares, al estar tan solos y no tener que comer, buscábamos mejillones y caracoles de las rocas; el desierto es muy árido y rara vez llueve, pero la abundancia del océano nos daba todo lo que necesitábamos para alimentarnos.

Agosto 2010

Cruzamos al continente mejicano desde La Paz a Mazatlán en ferry, con la ayuda de Silvia que trabajaba en la empresa TMC y nos cruzó la camioneta gratis al contarles del viaje que estábamos haciendo.  De a poco y sin darnos cuenta, mucha gente estaba dispuesta a darnos una mano con nuestra aventura.

Pasamos de la aridez del desierto al clima tropical selvático y los huracanes mejicanos.  No paró de llover y nuestra carpa mostraba que estaba a la altura de las lluvias.  Durante casi dos meses estuvimos conociendo, explorando y surfeando la costa del continente.  Encontramos beachbreaks tubulares, puntas perfectas y pasamos por la famosa playa de Zicatela, en Puerto Escondido, en donde corrimos unas olas y aprovechamos a trabajar vendiendo ropa y fotos.

Más al sur, los conocimos a Leo y Coco que nos alojaron en su posada durante dos semanas, compartimos mates, cenas y charlas inolvidables.  Además de la buena onda, corrimos muy buenas olas en soledad.

Antes de cruzar a Guatemala, en el taller de Vera, nos reforzaron los elásticos de la camioneta a cambio de remeras, ya que no teníamos dinero para ofrecer y ellos querían sentirse parte de nuestro viaje.

Septiembre 2010

Entramos a Guatemala por la noche con 35 grados de calor; a la 1 de la mañana llegamos a al Lago Atitlán con 8 grados, muertos de frio y sin saber adonde dormir.  En un hotel nos dejaron estacionar el auto y dormimos de forma segura adentro de la caja de la camioneta.  A la mañana recorrimos el lago, y movimos para la pintoresca y conservada Ciudad de Antigua Guatemala, en donde disfrutamos de una agradable tarde disfrutando de la arquitectura y fachada de las casas, monumentos, iglesias y calles.  Sin tener un lugar para estacionar ni dormir, movimos para la costa y llegamos de noche al puerto de San José.  En la calle nos frenó Dani al ver nuestras tablas en el techo.  Resultó ser un surfista profesional y sin conocernos nos alojó en su casa durante dos días, hasta que miramos internet, vimos un swell sólido entrando y movimos para el país vecino: El Salvador.

Aprendimos a hacer pupusas y tortillas salvadoreñas, vivimos con locales en casas muy humildes con pisos de tierra, paredes de lona con palos y techos de paja y chapa.  Santo y su familia nos recibió en su casa y nos trató como familia, más tarde nos hospedó Alfredo junto a su tía y abuela, y así continuó ayudándonos el pueblo salvadoreño.  Una noche nos agarró una de las tormentas más fuerte de nuestras vidas, los rayos hacían temblar el suelo cuando golpeaban el cercano morro y el agua pegaba tan fuerte que parecía que iba a perforar los costados de la carpa.

Las olas nos acompañaron y el trabajo también.  No paramos de surfear derechas divertidas y mientras nos rotábamos con Juli para surfear, el otro sacaba fotos y a la noche se las vendíamos a los turistas en CD´s.

Manejando hacia Honduras, se nos prendió una luz extraña en el tablero del auto.  No sabíamos que hacer y paramos en el pueblo de La Unión, por el sur de El Salvador.  Lo conocimos a Richard, un mecánico que tenía computadora para autos y nos solucionó el problema de las bujías.  Nos quedamos dos noches en su casa, compartiendo todas las comidas con ellos y a la hora de pagarle, no aceptó dinero, no es que le sobraba ni mucho menos pero decía que había que ayudar a las personas que estaban lejos de su casa, ya que a él le había pasado lo mismo cuando estuvo en EE.UU y recibió ayuda.

Octubre 2010

Entramos a Honduras por el mero hecho de estar en el medio antes de llegar a Nicaragua.  Hicimos 120 kilómetros de ruta poceada y policías corruptos intentando sacarnos dinero, cosa que no lograron.

En Nica estuvimos un mes acampando en playas frente a olas increíbles, conociendo gente muy humilde con la que terminamos forjando grandes amistades y también durmiendo en restaurantes, cuando se iba el último cliente y luego podíamos acostarnos en el piso.

El primer accidente fuerte del viaje me pasó cuando estábamos surfeando un pointbreak de izquierda y me corte la cabeza con el fondo de roca de lava.  El hospital más cercano estaba en la capital Managua y estuve con la cabeza durante tres horas abierta hasta llegar al hospital Alemán, en donde me atendieron, cocieron y me dieron todos los medicamentos de manera gratuita.

Nos costó mucho irnos de ese hermoso país, pero el permiso del auto duraba tan solo un mes y había que seguir bajan

Noviembre 2010

Costa Rica

En el Estados Unidos de Centroamérica acampamos 3 días en casi dos meses ya que muchos argentinos nos dieron una mano con alojamiento y comida.  Corrimos buenas olas alejándonos de los picos populares del pacífico y en Diciembre movimos a lo de Edwin Salem, en el Caribe tico, cuando los swells del sur dejaron de entrar.

Edwin fue el primer argentino en surfear Mavericks y el único en hacerlo en un Iceberg en la Antártida.  Sin conocernos nos trató como a sus sobrinos, alojándonos, haciéndonos sentir parte de su lugar y llevándonos a surfear secret spots por la zona.  Después de tres semanas en su casa nos embarcamos en el barco Green Chile desde el puerto de Moin y cruzamos a Santa Marta, en Colombia.  No existe camino entre Panamá y Colombia debido al Tapón del Darién, que es una selva muy densa y peligrosa.  De esta manera, tras averiguar embarcaciones del lado panameño y tico, encontramos una opción muy económica, en donde subimos la camioneta de 4 toneladas a la cubierta del carguero de 180 mts y a nosotros nos dieron un camarote de lujo para cada uno.

Diciembre 2010

Tres días en el mar Caribe para desembarcar en Sudamérica y unir a las tres Américas en nuestro viaje.  En pocos días serían las fiestas y nuestros padres nos visitaron de sorpresa.  Después de una navidad hermosa en Cartagena de Indias, ellos no tuvieron mejor idea que invitarnos a pasar año nuevo a Galápagos.

Enero 2011

Dos semanas con nuestros padres en las islas descubiertas por Darwin en 1835, para luego quedarnos un mes más corriendo olas impresionantes con la vida marina más diversa del mundo: tiburones, tortugas, lobos marinos, rayas y peces de distintas especies en cada spot hacen de la isla un paraíso incomparable.   Dormimos en una construcción y los días sin olas pintábamos las paredes de la misma.

Febrero 2011

Devuelta en Quito, nos subimos a la camioneta y manejamos a la provincia de Esmeralda a correr una de las olas más largas del país.  Acampábamos en lo de  Serrano y conocimos a unos niños locales que les enseñamos a surfear y estaban felices y agradecidos.  Fue una experiencia inolvidable.

Recorrimos la costa de norte a sur y tuvimos que dejar de surfear cuando me quemé, de segundo grado, el brazo y rodilla derecha con aceite hirviendo;  a los pocos días Julián se golpeó haciendo tow-skate en la playa y no nos quedó otra opción que trabajar en la famosa Montañitas para juntar dinero y poder seguir con la aventura.  Vendimos tablas, ropa y accesorios de surf.

Marzo 2011

Un día después del trágico tsunami en Japón, llegamos al norte de Perú, famoso por sus izquierdas perfectas en el desierto.  Es un placer para acampar ya que no llueve nunca y la gente es muy amigable.  Lo conocimos a Germán Aguirre, que nos trató como amigos y nos llevaba a surfear con él.  Pegamos muy buenas olas mientras bajábamos por la costa y en Chicama corrimos las izquierdas más largas de nuestras vidas.

Pasamos rápido por Lima y nos instalamos en la casa del Bolsa en Punta Hermosa durante una semana.  El surf nunca paró y nuestras ganas de seguir explorando tampoco.

Abril-Mayo 2011

Después de 9 meses de viaje juntos, nos separamos cuando me fui a Cusco y Macchu Picchu; mientras que Juli se quedó descubriendo olas por el sur peruano y corrió unas olas bárbaras en soledad.  A los diez días nos volvimos a juntar y cruzamos a Chile, nuestro último destino antes de volver a casa.

Junio-Julio 2011

En la frontera de Tacna reventamos una cubierta y tardamos dos semanas en encontrar otra, ya que sin saber, teníamos ruedas de Hummer militar R16.5, cosa que en Sudamérica no se fabrican y prácticamente no existen.  Tuvimos tanta suerte que un primo lejano nos conectó con otro primo lejano que comercializa ruedas y tenía en stock un juego de 4 ruedas que necesitábamos.  Allí fue cuando nos quedamos sin dinero prácticamente y viajamos con Carlitos (Aus), Gonza (Esp) y Victoria Aguirre, fotógrafa profesional argentina.  Compartiendo gastos pudimos llegar al sur chileno y en el camino surfeamos olas de todo tipo y todos los días, mostrando una consistencia incomparable.

Al sur de Santiago de Chile, el campamento empezó a ponerse más complicado debido al frío y las lluvias, hasta que conocimos a unos chicos que trabajan en Costa Sur, dando una mano a los damnificados del terremeto/tsunami de febrero de 2010, nos hicimos amigos y nos hospedaron en su casa varias semanas, mientras no paramos de surfear olas grandes y tubulares en un mar helado.

Agosto 2011

El 13 de agosto dejamos Chile tras casi tres meses alucinantes para volver a nuestro país y llegar a casa 403 días más tarde desde que salimos de Los Ángeles el 16 de agosto.  Al otro día la realidad era otra, volví a la Universidad de Buenos Aires para terminar mi carrera de administrador, mientras producimos con Juli el Documental de nuestra primer etapa por América a estrenar en abril de 2012.

www.gauchosdelmar.com

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Gauchos del Mar

 

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