El Pacífico colombiano: un edén del surf poco explorado

Como si fueran una leyenda que pasa de generación en generación, hay muchos cuentos pero son pocos los que conocen todo su potencial. El fotógrafo Beto Oviedo viajó hasta Chocó y tuvo la guía de lujo de su amigo y local hace ya siete años, Carlos Tuneu.

ENTREVISTA PUBLICADA EN LA GZ MAG #60

Fotos: Beto Oviedo – Entrevista: Camila Nogues

“¿Cómo todo el Pacífico tiene olas y de Colombia no se sabe nada?”, eso se preguntó el argentino Carlos Tuneu hace siete años antes de viajar a la región de Chocó. “Llegué buscando un lugar con olas para hacer un hotel. Salió la oportunidad de buscar tierras con un ex socio y me vine acá. Como eso no prosperó, con unos amigos de la zona surgió la idea de armar una escuela”, relata Carlos. “Hoy por hoy solo ayudo a la gente que empezó con las primeras escuelas. Ya hay cinco en la región de Nuquí y próximamente vamos a irnos a Jurado, que es el pueblo más al norte del Pacífico colombiano, a montar otra. Ya se donó una tabla y ahora donaremos seis más juntos a Néstor y Dionisio Teyo, que son los hermanos que empezaron con todo esto en Termales, Nuquí. La cultura del surf es muy nueva acá pero está creciendo muy rápido gracias a los hermanos Teyo, a Katy, la presidenta de la Liga del Chocó, a Mano Cambiada y a Buen Punto, la fundación que empezó a apoyar a los Teyo en 2014 y que sigue constantemente generando recursos y convocando gente para que el surf siga creciendo en el Pacífico. Las escuelas ya enseñan a más de 250 niños en Nuquí”.

Los cuentos de Carlos sobre las olas del Pacífico colombiano encantaron los oídos de su amigo Beto Oviedo y tras varios años, embarcó su aventura.

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Todos dicen que el Pacífico colombiano es la mejor zona para surfear pero la más difícil de acceder. ¿Cómo fue el viaje?
Beto: Llegar se hace difícil. Primero hay que volar a Medellín o Bogotá y luego tomar otro avión más corto hacia la zona del Chocó. Hay dos alternativas. Si viajás con tablas hay que estar pendiente porque los vuelos que van a Nuquí son menos frecuentes y los aviones más chicos, con lo cual está la posibilidad de que las tablas no lleguen con uno, sino que las manden en otro avión uno o dos días después. La segunda opción es la que hicimos nosotros: volar desde Medellín hasta Bahía Solano en un avión un poco más grande y las tablas llegan con vos en ese mismo vuelo. Esta vía es un poco más larga porque desde Bahía Solano todavía queda como una hora y media o dos de lancha hasta Termales. Lo que es bueno, es que haciendo noche ahí mismo, se pueden conocer otras olas y el lugar es muy lindo. Nosotros nos quedamos frente a éstas olas en The Humpback Turtle.

LA REGIÓN DEL CHOCÓ

¿Qué te habían contado del lugar antes de ir y con qué impresiones te fuiste de allá?
Beto: Al tener a Carlos viviendo allá, la información era bastante pero lo que uno se imagina a veces no es lo que uno ve. Nunca pensé que iba a ser tan selvático. Solo hay mar y selva, nada más. Hay muy poca civilización y casi que no se encuentra señal de teléfono o internet. Salvo en algún rincón al lado de una palmera donde de vez en cuando te encontrás a un lugareño intentando mandar un mensaje de texto o en una escuela a 40 minutos de caminata por la playa. La población es escasa y variada. Conviven principalmente Afroamericanos e indígenas y algún que otro turista o foránea que se atrevió a vivir ahí, desconectados de todo. Nosotros estuvimos mucho tiempo en el agua pero hay varias cosas para ver. Comunidades indígenas, cascadas, selva, animales, playas desoladas y mucho contacto con la naturaleza. Por suerte nos tocaron olas todos los días y Carlos nos llevó a conocer varios spots. Te pueden tocar días de mucha lluvia así que hay que ir preparado; el clima es tropical.

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¿Cuántos días estuviste y cómo fueron las olas esos días?

Beto: Estuvimos unos diez días en Termales y dos en Bahía Solano.  Lo mínimo como para llevarse un buen recuerdo de la región. Por suerte pudimos surfear ambos lugares. Bahía es más un beach break con fondo de arena pero tiene unas rocas muy grandes en la costa que con la marea alta a veces no se ven. En Termales hay más variedad. A algunas se puede llegar caminando por la costa pero la mejor ola es en El Cabo, a una media hora en lancha. Esta ola es una izquierda bastante larga que rompe sobre piedra paralela a la costa. Sí o sí hay que ir en lancha y por el momento no hay acceso terrestre ni se ven personas en la zona. Para los más expertos está la sección que rompe más cerrada y sale algún que otro tubo y para los demás está la sección más abierta que la ola se para bien en el drop y luego se pone muy amigable. (Por lo menos así la vimos nosotros).

¿Cuáles son las mejores condiciones con las que entran las olas?

Beto: Las época de olas en esa zona es de abril a octubre, con los swelles sur. De mayo a agosto sería la mejor época, donde no le deberías errar. Aunque el último año, me comentaba Carlos que en noviembre y en enero también tocaron buenas olas. No es común pero bueno, esas cosas pasan y de vez en cuando la naturaleza te regala un swell del Norte. Lo mejor es ir temprano e intentar quedarse lo máximo posible para aprovechar el viaje en lancha. Uno se puede llevar comida y fundamental algo de agua.

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Carlos, ¿qué consejo le darías a quienes quieren visitar el Pacífico colombiano?
Que vengan preparados para seguir apoyando a las escuelas, que traigan tablas y todo lo que necesiten para correr olas porque acá no hay ni parafinas para comprar y que sepan que es caro por la lejanía con las ciudades. Acá el surf es 100% contacto con la naturaleza, donde todos respetan las reglas porque se busca generar buenas personas antes que super deportistas.

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