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Snowboarding

Surfeando hacia la libertad mental

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Por Ramón Saráchaga

El Surf y todos los deportes de tabla, obligan a su actor a vivir un camino de purificación espiritual. Surfear es como meditar. Es un refugio espiritual. En el Surf, después de un wipeout, lo único que querés es volver a la superficie y respirar. Para progresar, necesitas entrenar el cuerpo y la mente.  Los deportes de tabla me llevaron por el mundo en búsqueda de sabio autocontrol, alegría, paz y amistad.

Del windsurf, al Snowboard; del snowboard al Surf.  Mi hobby fue evolucionando de la mano de lo que me pedía el cuerpo.  Tuve la suerte de vivir muchos años de mi vida incondicionado viajando de lugar en lugar. Como a la mayoría de los fanáticos de la tabla, estos deportes me hicieron conocer lugares, personas y culturas del mundo.

En los 90’s recuerdo haber participado en varios viajes y producciones de Gravedad Zero, un pequeño programa de televisión filmado, editado y producido por Nicolás Nervi. Editaba VHS en el cuarto de su casa.  Viajábamos con otros riders a la montaña, filmábamos, agregábamos música y ya teníamos otra nota lista. Era una época muy divertida para hacer snowboard. Este deporte me llevó por muchos lugares de Sudamérica, Europa y USA que nunca hubiese imaginado visitar. Vestía, comía, respiraba y meditaba Snowboard. Fueron épocas muy divertidas que me llevaron a ser country manager de South American Snow Sessions, el camp más grande de Ski y Snowboard del hemisferio Sur, hoy

SGT. Ahí finalmente, entendí, que la industria del turismo era muy agradable porque la gente disfruta de sus vacaciones lejos del estrés mental, social y laboral de la ciudad.

Con el nuevo milenio, vinieron nuevas aventuras. Me pase al Surf 100%, sólo después de volver de Sri Lanka y de vivir en un templo Budista por más de un año. Cuando era monje Budista en Sri Lanka, en un Templo de Moratuwa dirigido por el Reverendo Homagama Kondanna Thero, tuve la buena fortuna de visitar una astróloga con mucho renombre en la sociedad de Sri Lanka, porque se decía que tenía conexiones espirituales con su padre ya fallecido. Esta señora, entre otras cosas, me dijo que construiría un lugar para hacer feliz a la gente, un lugar que le haga bien a los demás. Cuando salí de la entrevista, consulté con el Rev. Kondanna que había querido decir con que yo algún día iba a construir un lugar para hacer el bien hacia los demás. De inmediato descarté la idea de hospitales y templos, simplemente no se me reveló en el momento.  Fue años más tarde, en mi primer viaje de surf a Indonesia con mi banda de amigos de surf de Punta de Lobos, Chile, que se me reveló.  Después de Bali encaré para Nias, al norte de Sumatra y allí me quedé 20 días. Al año siguiente cuando volví, teníamos construido el mejor hotel de la bahía de Lagundri, un hotelazo con agua caliente frente al point. Hash and Family Surf Camp (www.surfhousenias.com). Al pisar el hotel, me pareció un milagro. Me acordé de la astróloga de Sri lanka, este hotel era ese lugar al que ella se refería. Fue un milagro operativo, en 8 meses, compramos la tierra, construimos el hotel y lo llenamos de clientes. Inauguramos en Julio del 2013 con muchísimo éxito. No teníamos ni website y el hotel estaba lleno. Hasrat Wau y su familia operan el hotel y comparten el mérito con muchas fuerzas inmateriales que nos ayudaron en el proceso. Es definitivamente, construimos una casa de amigos, de surfistas, es el refugio de todos los que pasan por ahí. Cuando me preguntan si soy el dueño, siempre digo que el jefe es Hasrat Wau.  Cuando le preguntan a Hasrat quien puso la plata, Hasrat dice, la plata vino de Dios. Es un hotelazo con corazón latino a la espera de todos esos fanáticos de buenas olas, que hoy pueden ir con sus mujeres gracias a los baños que construimos.

Hoy paso los meses del año repartido entre Nias y Punta de Lobos,  otro paraíso del surf  donde tengo grandes amigos e inversiones inmobiliarias.  Siempre vuelvo al Atlántico para visitar familia y amigos.

Y así sigue la vida, viviendo el momento a momento, ya con la sabiduría del templo. Si uno acepta el momento presente cambiante tal cual es y como se va presentando, uno vive en paz, trascendiendo lo que ocurre a nuestro alrededor. Pero si uno rechaza el momento presente tal cual es y como se va presentando, y quiere que las cosas sean diferentes, ese rechazo te condiciona a sufrir aquí y ahora. La manera más rápida de no sufrir y vivir una buena vida es aceptar la ausencia de permanencia de todo lo que aparece y desaparece, viene y se va. Es como un buen swell, empieza flat, llega, alcanza su tamaño máximo, empieza a decrecer hasta desaparecer. Antes era esto, ahora no lo soy, antes tenía esto, ahora ya no lo tengo. Por el momento, la vida sigue, está en nosotros mismos tomar buenas decisiones y hacernos bien a nosotros mismos y a los demás. Que vivan muchos años en Paz y pronto se Liberen del sufrimiento ¡Buenas olas!

 

 

 

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