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Indonesia Surf Trip, Un largo camino a la casa de las olas

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Nahuel Rull y Tomás Agar realizaron un viaje de esos que dejan una profunda huella. Existe un paraíso de olas llamado Indonesia que está esperando a todos los surfistas del mundo.

En una de esas tantas frías mañanas de invierno donde cuesta salir de la cama pero las olas te llaman. Nahuel y Tomás coordinaron con Leo de Freestyle para filmar una sesión en Horizonte que utilizarían para cerrar una nota que estaba en el tintero. El bigote (Leo) motivado como siempre sacó la cámara y al agua pato.

Entre ola y ola siempre surge la charla, comentarios vienen comentarios van, se habla de viajes, de experiencias, de ganas de hacer cosas y entre esas cosas sale la idea de un viaje por Australia e Indonesia que Tomy tenía entre ceja y ceja. Nahuel escuchó y no dudo un segundo en decir: – “¿Cuándo? A mi cierra perfecto, tenía justo planeado hacer un viaje, en estos días te llamo”.

Y así fue, paso un día y  Nahuel ya lo había llamado y estaba comprando el pasaje para la maratónica gira por Oceanía con más de cuatro paradas y 72 horas de viaje.

Con pasajes en mano pasaron a imaginar lo que sería una experiencia increíble y todas las buenas olas que tenían pensado conocer. El viaje comenzó el tres de junio saliendo a Buenos Aires en el ya muy utilizado Tienda León. En Ezeiza a las nueve am salía el avión sin escalas a Sydney. Con dos días para recorrer esa increíble ciudad de Australia aprovecharon para surfear algunos conocidos point breaks y sacarse de encima el peso de las primeras 24 horas de viaje. Luego esperaba la etapa más ardua, donde las temperaturas empezaban a subir y las escalas eran cada vez más largas, cansadoras y volviéndose insostenibles. Primero de Sydney a Kualalumpur en Malasia, con una espera de 25 horas, pero por suerte alquilando un cuarto de hotel en un lugar cercano y con el aire acondicionado en la cara para soportar los 35 ºC de calor. Luego de esta parada ya se entusiasmaban con llegar pero ni se imaginaban lo que les esperaba, otro avión a Padang, el último traslado por vía aérea y finalmente el tan poco conocido pero insostenible ferry de 14 horas que los dejó en las islas de Mentawai.

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Nyang Nyang, Mentawai.

A partir de ese momento el viaje y las expectativas se hicieron realidad, todo parecía increíble, las playas vírgenes con reef breaks perfectos para hacer tubos y maniobras, era un sueño cumplido para ambos. Lo primero fue ir al agua a una ola no tan poderosa pero muy divertida y clave para entrar en ritmo después de un largo viaje, Nipussi. Ya toda la mochila del viaje había quedado atrás y la mente estaba puesta en lo que se venía, 20 días a puro surfing.

En esta primer metida todo transcurría con naturalidad hasta que a Tomy se le corta la pita y su tabla naufragó hasta la orilla. Ahí estaba esperándola un lugareño que a la vista parecía hacerlo con buenas intenciones, pero no iba hacer tan así, se ve que justo este no era tan amigable y hospitalario como lo suelen ser los indonesios. Quería devolver la tabla solo a cambio de dinero y con machete en mano.  Tomy comentó al respecto, “ Imagínate en medio de la isla cuanta plata uno puede tener, entonces le digo Tidak Tidak (no tengo en bahasa) y ahí me apunta a mi remera. Digo bueno ok ya fue se la doy, pero el fue por mas y ahora quería mis boardshorts. Ahí ya por adentro pensaba le arrebato la tabla y me mando para adentro, quizá un poco arriesgado para ser el primer día en una isla que vive poca gente pero por otro lado no me iba a quedar en bolas así que desesperadamente le dije ¡por favor! y milagrosamente justo pasaron otros lugareños y me liberó, agarré la tabla y como un corre caminos me metí de vuelta”.

De todas las lecciones se aprende y lo importante es sacar lo positivo y seguir para adelante. Siempre van a surgir inconvenientes que hay que sortearlos y disfrutar.

El camp consistía en una construcción de madera con techos de paja divido por cuartos, lugares comunes, baños y cocina. Básico pero perfecto para estar en armonía con este lugar manejado por indonesios que con poco manejo del inglés y con sus herramientas a mano intentaban brindarte el mejor servicio.

Las primeras semanas solo se encontraban alojadas seis personas entre ellos tres brasileros, Nahuel, Tomás y Pablito, otro argentino amigo. Ser pocos permite conocerse y compartir más momentos como grupo, cosa que cambiaría un poco más adelante cuando el camp se completaba.

Mucho pescado, nasi goreng (arroz frito con vegetales), mie goreng (fideos fritos con vegetales), ocasional pollo, tortilla española y no mucho más. Cuestión que los complementos vitamínicos que se llevaron tomaron un papel fundamental en la alimentación y sobre todo en la recuperación que implicaban tantas horas de surf y caminata. Con solo tres comidas cubiertas por el surf camp se hizo muy útil el café y el te que era a lo único que no les ponían condicionamientos en cuanto a la cantidad, “todo café con leche condensada para bajar las revoluciones de la segunda metida” nos dice Nahuel.

El traslado en la isla no es nada fácil ya que no hay muchas opciones; todo se resume a caminar o moverte en speed boat hacia los picos. Obviamente que la opción más cómoda es la del barquito pero en un principio no era rentable y prefirieron vivir la experiencia de cruzar la isla en búsqueda de las mejores olas. Cada caminata implicaba entre 20 y 45 minutos dependiendo la dirección elegida para ir a surfear.

Al correr de los días y a medida que fueron conociendo gente decidieron alquilar un barco y empezar a indagar en otros point breaks de las islas vecinas. Tommy recuerda “Es un lugar increíble lleno de islas vírgenes con derechas e izquierdas rolando sin parar. Te volvés loco no sabés en cual tirarte primero”.

En una de esas recorridas en el speed boat se encontraron con una ola insólita en un lugar donde nunca se imaginaron que se podía surfear. Se trataba de una derecha de seis pies, tubo de principio a fin. Finalmente decidieron meterse ante la obvia tentación y disfrutaron una de esas metidas que quedan en el recuerdo para toda la vida. “Fue la mejor session de mi vida” comentaba Nahuel, “nunca creí que podía estar pegándome esos tubos uno atrás de otro. No llegaba a terminar una ola que lo veía a Tomy encarrilado en la ola de atrás disfrutando del tubo. Ahí me di cuenta de lo que habíamos logrado, el viaje ya estaba pagado”. Finalmente hablando con unos lugareños se enteraron que es un secret spot, de los pocos que quedan. Queda justo a la vuelta de una ola muy conocida pero que nadie “pierde” tiempo en ir a ver, ”por suerte para nosotros” decía el surfista marplatense Tomás Agar. “Fuimos con la dirección de swell indicada sin saberlo, terminamos ahí de suerte porque queríamos evitar el crowd que esa semana estaba siendo intenso por el buen pronóstico de olas que se avecinaba”. Hoy en día la tecnología permite seguir la dirección de los sweles desde mucho tiempo antes dándole tiempo a los surfistas de organizar un surf trip y llegar a los lugares en el mejor momento.

También lograron agarrar muy buenas olas en otras playas y definitivamente el viaje superó las expectativas.

Entre estas sesiones para el recuerdo, no se puede dejar de comentar la de Rifles, una metida que a lo lejos se pensaba no pagaría mucho pero el viento roto, la marea cambió y empezó ese tren de derecha, un tubo de punta a punta.

La frutilla del postre para ir cerrando su viaje fue el ultimo swell que entró donde Vankvaults “Esa sesión era lo único que faltaba, swell sólido y unos tubazos de derecha que te dejaban ahhhhhhh quiero más. Ese día Nahuel se pegó el Slab del día como diría mas tarde el site del Kandui”, comenta Tomy.

Este quizás es otra de las cosas que les completó el viaje y se los hizo inolvidable. El intercambio cultural con personas que vienen de distintas partes del planeta pero comparten una misma pasión, permite compartir momentos de enriquecimiento y  aprendizaje.

Y llego el día de volver.

“El día de la vuelta fue por momentos esperado por la lejanía del hogar, la calidez de la familia, amistades, pero a la vez es difícil dejar un lugar paradisíaco con olas que te dan satisfacción tras satisfacción. En un país donde la gente pese a no gozar de grandes lujos te recibe con una sonrisa sin importar tu religión, color o condición social.” Dice Nahuel.

Pudieron completar el viaje sin mayores complicaciones, pocos cortes, ninguno se enfermó o intoxicó con la comida y salieron tubos para todos. “Esperamos poder volver algún día, y que sea pronto” Expresan Nahuel y Tommy. Ahora lo que queda son las fotos, filmaciones y esos recuerdos que en futuros asados van a volver al presente con las palabras que vienen desde las experiencias que vivieron y el sueño de volver algún día.

 

 

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